En estos días asistimos a la restauración del pozo minero de Santa Bárbara, ubicado en el barrio de La Rabaldana. Es un hecho que nos satisface sobremanera, tras la larga espera por el largo periplo administrativo que se inició hace cuatro años, transcurridos desde la aprobación de una propuesta presentada en las cortes de la nación por el grupo parlamentario de IU. Hemos de recordar que este acontecimiento surge desde que el servicio de Patrimonio de la Consejería de Cultura del Gobierno del Principado de Asturias y a través de DO.CO.MO.MO. (Documentación y Conservación del Movimiento Moderno) haya registrado esta instalación minera como el elemento número 16 de los 49 bienes históricos identificados en las 14 autonomías implicadas del estado español que amenazan ruina segura. Constituye por lo tanto, la primera mina declarada BIC (Bien de Interés Cultural) de Asturias.
Este valle ya hace años que fue declarado “Patrimonio histórico de la minería española” por la corporación municipal de Mieres. Esta denominación debería llevar tras de sí una serie de actuaciones, como la presente, para recuperar o mantener el rico patrimonio encajándolo para ulteriores proyectos culturales, turísticos e industriales, en el marco natural del territorio. Nos estamos refiriendo a otros elementos mineros, como los ya desaparecidos pozos de La Balanza, cuya plataforma se ubica en la cota 690 m ., El Rincón, (este último no llegó a funcionar por los motivos conocidos), el pozo Espinos (1926), el pozo San José (inaugurado en 1957) y el pozo plano de Fortuna (1938). Diferentes bocaminas, más de 80 son las que esperan engrosar también el patrimonio industrial según contempla el BIC. Sobresale entre ellas la bocamina del 4º de San Pedro (1891). En La Cuadriella, la chimenea de la antigua central eléctrica (1926) que espera también su restauración completa. Por lo tanto este BIC debe enlazar y ampliarse con el inventariado de todo el resto del patrimonio industrial que posee Turón, como se contempla en la ley aprobada en la Junta General la ley 1/2001 de 6 de marzo.
Cumplida la restauración del pozo Santa Bárbara, se ha de recorrer otro camino para darle contenido. Esta tarea podía ser gestionada por una fundación vinculada a todo el entorno minero del valle, coordinando los medios por los que se ponen en valor el paisaje geológico, industrial y humano, trasmitiendo, entre otras cosas, la relaciones de la industria minera con la comunidad y que sirva también para otras funciones científicas ligadas a la investigación de toda la minería asturiana. Los vestigios y huellas de su patrimonio definen su paisaje y su riqueza cultural y es además un potencial de desarrollo alternativo, enriquecido con la subsistencia de un entorno natural y campesino presente en su paisaje y paisanaje, tradiciones y cultura etnográfica.
Debe de llevarse a cabo este proyecto con la aportación de todos los entes implicados: HUNOSA, con el valor incalculable de su documentación histórica, la Dirección General de Industria y Minería, por la referencia de sus archivos y la vocación en defensa del patrimonio, la Dirección General de Cultura, responsable del patrimonio histórico, la Universidad, la Consejería de Infraestructuras y Medio Ambiente que gestiona el paisaje protegido de las Cuencas Mineras, y el ayuntamiento de Mieres por la obligación contraída por ley de la defensa de los bienes de interés cultural.
Tenemos la experiencia del pozo de San José que tras su rehabilitación no saben que van hacer con él. El ayuntamiento dispone de un proyecto, a iniciativa del Foro Cívico de Medioambiente, donde ya se marcan las pautas para situar en su seno el centro de interpretación del Paisaje Protegido de las Cuencas Mineras. Si dicho documento se ha traspapelado, yo poseo una copia del mismo.
La declaración del este espacio natural, (año 2002) y que ahora se encuentra moribundo, nació con la idea de proteger los hábitats de especies amenazadas que están incluidas en los Catálogos Regionales y Nacionales que se encuentran presentes en el ámbito del territorio de la cuenca, partiendo de una zonificación y normativa específica. Desarrollando planes de conservación concretos, haciéndolos extensibles también hacia las poblaciones que integran dicho paisaje. También se recoge en dicha declaración la ordenación del territorio, con la puesta en marcha de actuaciones y dotando a la zona de instalaciones para el uso y disfrute de los futuros visitantes, sin que suponga un riesgo para de los propios valores a conservar. Es por lo que exigimos a los organismos competentes la creación de ese centro de interpretación del medio natural y del resto de los valores que se integran en el mismo. Será en definitiva un museo vivo por medio del cual se puede mostrar a los usuarios del paisaje, la integración de las actividades tradicionales en el medio natural. En definitiva, un centro de interpretación de estas características, se revela como un instrumento muy adecuado para dar a conocer a interpretar la riqueza de un valioso patrimonio industrial, histórico y cultural que durante muchos años ha sido marginado.
ÁNGEL FERNÁNDEZ ORTEGA
Miembro del Foro Cívico de Medioambiente de Mieres
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