SANGRE DE ROBLE
nacida del temor y la ignorancia
turbaste mi camino de sueños
en los días azules de la infancia.
Saber que el pan sobre la mesa,
mis juguetes, mis libros,
aquello que los adultos llamaban el mañana,
venían envueltos en tu paso,
cercaba mi corazón con la fuerza de una mano opresora y fría.
Recuerdo la sonrisa quebrada
del viento con olor de carbón,
el miedo sigiloso que rompía las calles
a gritos de sirena, juramentos de hombres
y llantos de mujeres.
¡Cómo te odiaba entonces...!
Pero tú formabas parte de mi vida,
los míos estaban vinculados a tu sangre
y yo, crecía bajo la sombra medrosa y protectora de los árboles férreos
emergidos de tus raíces minerales.
Ahora, cuando tu mano recia
no golpea las puertas de mi casa,
cuando tu soplo negro no quiebra
los cristales del alba, cuando tu voz oscura
está siendo acallada, brotas sobre la tierra verde
desde todas las fuentes de azabache,
para narrar tu historia, para enseñarme la vida que se esconde
detrás de tus ojos pedernales.
Hagamos pues un pacto de viejas enemigas:
yo cantaré tu nombre con palabras de tierra,
tu amarrarás el mío con las voces perdidas,
y que la tregua venga, erizada de fuegos y volcanes,
entre tus manos de diosa orgánica y fecunda.
Mª Teresa Zapico
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