Aquí seguimos Señor más solos que
la una desde el Viernes Santo del pasado año. Nada ha cambiado a no ser la
pérdida de amigos que se fueron hacia la eternidad. Todo sigue igual: los
últimos druidas en el atardecer de sus días; los que no se mueren se van en
busca de otros horizontes; los jóvenes no tienen trabajo y no se les compensa
con talleres de formación profesional para combatir el ocio y darles nuevas
luces y esperanzas; el turismo es el que es y aunque recibamos a los visitantes
con los brazos abiertos, nuestras sábanas de hilo oreadas al viento, manteles
blancos y las mejores viandas, no acabamos de alcanzar las cotas que todos
habíamos deseado; los ganaderos no están contentos por diversos motivos y para
mayor “INRI” nos queman los bosques y no hay plan alguno para reforestar y
aprovechar la madera. Cuando se oye o se ve el “parte” solo hay desgracias por
todas partes: el terror de los yihadistas; los refugiados ahogados en la mar;
niños con hambre y sed; políticos del tres al cuarto... Si volvieras al mundo,
Señor, harían de Ti otro Calvario. Ya ves, por aquí seguimos con la Cruz a
cuestas.
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