Los últimos druidas
El perdón, pero
nunca el olvido
Celso Peyroux
nunca el olvido
Celso Peyroux
Ochenta años después de la gran tragedia nacional: la Guerra Civil. Unos doscientos muertos se cobró, por estos valles, en los quince meses que duró aquel tiempo de inquinas vecinales, odios, venganzas, dolor, muerte, luto y desolación. Me atrevería a decir que las heridas aun no están del todo curadas. Bien es verdad que había un caldo de cultivo que traía consigo la Revuelta Obrera de Octubre, pero las aguas, aunque turbias, hubieran encontrado el cauce de la Paz, como ese rayo de sol que llega después de la lluvia. Los años transcurridos en una intensa labor de investigaciones y trabajos de campo y la posterior redacción del libro “Matar para seguir viviendo”, tomado su título de un verso de Miguel Hernández, me dejó al descubierto la verdadera Historia e Intrahistoria de todo cuanto acaeció para desgracia de todos.
He visto llorar con desconsuelo a mucha gente por los seres queridos que desaparecieron por fosas, cunetas y tapias de camposantos que, al igual que en la canción del gaucho pienso que: “Dios por aquí no paso”. Muchos años han transcurrido pero el recuerdo sigue latente al igual que los lugares de sufrimiento para, de cuando en cuando, recogerse, depositar una flor y elevar una plegaria. Ocho décadas para el perdón, pero nunca el olvido.
He visto llorar con desconsuelo a mucha gente por los seres queridos que desaparecieron por fosas, cunetas y tapias de camposantos que, al igual que en la canción del gaucho pienso que: “Dios por aquí no paso”. Muchos años han transcurrido pero el recuerdo sigue latente al igual que los lugares de sufrimiento para, de cuando en cuando, recogerse, depositar una flor y elevar una plegaria. Ocho décadas para el perdón, pero nunca el olvido.
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