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miércoles, 14 de septiembre de 2016

Gracia en Los Valles de Trubia, Celso Peyroux

Los últimos druidas
Gracia en
Los Valles de Trubia
Celso Peyroux


Donde estaba Nacho siempre había la misma gracia que la de su apellido. Natural, afable, educado, espontáneo, conversador, amante de los libros y de las más alejadas culturas, fina ironía, retranca audaz y mordaz, cálamo valiente en su mano,  y un buen y polifacético escritor.
Visitó estos Valles, por última vez, Ignacio Gracia Noriega en la primavera de dos mil doce para recorrer los chigres y bares con más renombre. Su visita estaba destinada a recoger material para sus “Territorios perdidos” que luego publicaba LA NUEVA ESPAÑA.
De aquella, la “Taberna Narciso” era la más afamada y allí estuvimos durante un buen rato. Dialogaba con unos y con otros, tomaba apuntes y decía que “los chigres eran el corazón de la aldea”. Y no le faltaba razón. Un núcleo rural sin bar, es un pueblo muerto.


Siempre escribió con afecto de este cronista y por ello le estuve agradecido: “…la figura afrancesada y poética de Celso Peyroux, moviéndose por las calles con la naturalidad de un druida en el bosque…”. Afecto mutuo el de dos hombres y un destino que, elegidos por el pueblo para narrar su Historia, a ambos nos quisieron cercenar las plumas de palomas mensajeras con hoja de olivo en el pico. Nuestra jungla de papel incisiva y veraz resultaba peligrosa y causaba molestias a regidores y alcaldesas que se quedaron, tiempo después, con las nalgas al aire para su vergüenza y la de sus seguidores.
La gracia de Nacho, su “savoir faire” y su pluma fértil y calurosa tendrán siempre un lugar predilecto en estas tierras y "Bajo las nieblas de Asturias" en recuerdo del amigo perdido. Vale.

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