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martes, 18 de febrero de 2020

Adiós, Mario; saluda a los centenares de mineros que "resucitaste"

(In memoriam: Mario García Antuña, que nos dejó el 10 de febrero de 2020)

Te has ido, Mario, amigo, con el rayo que no cesa. Estos días estamos todos recordando que somos contingentes, pero tú, como el alcalde de Cuerda, eres necesario.

La noticia me llegó mientras celebraba con mis cuatro mujeres uno de esos cumpleaños que la mayor sólo celebra por quinquenios y me di cuenta de que además de contingentes somos contradictorios: alegría y muerte, diversión y defunción, bien y mal, yin/yan. Somos contradicción, ese principio que tantas veces, en nuestras conversaciones, hemos echamos en falta como remedio para estos frenopáticos tiempos.

Recuerdo las tensiones que vivimos cuando comenzamos desde el GRUCOMI el libro de los muertos de la mina. Encomiable era tu tenacidad en la búsqueda del dato, en el rescate de los libros de Actas que un mal director de Minas había ordenado quemar allá por 1987. Tú creías en la verdad de las actas oficiales, yo no tanto. Acabaste doctorándote en aquellas endiabladas grafologías. Recuerdo cuando diseñé la base de datos y comenzamos a meter centenares de accidentes y un buen día te dije: “¡Qué extraño que no haya accidentes en otras minerías: hierro, caolín, fluorita...!”; y en un ¡zas!, perezas-fuera, volviste a leer todos aquellos mamotretos. Fueron años de mucha tensión y acabamos divorciados, pero no enemistados. La culpa fue de la metodología. Quedaron heridas, pero la amistad hizo que nunca sangraran. Hiciste bien en publicar la obra en solitario pues hace años que soy un navegante sin rumbo, incapaz de llegar a puerto.

Luego, en 2015, conseguiste, contra viento y contracorriente (vergüenza de región minera, con Universidad, Escuelas, Empresas y Consejerías, que una obra así la tuviera que hacer un jubilado y sin un euro de ayuda), conseguiste, digo, ver en los escaparates tu megaobra “Catástrofes Mineras Asturianas”, dos tomos, ¡1393 páginas!, dedicados a los accidentes con 4 muertos o más. A partir de aquella inexplicable desmemoria historiográfica con la que habíamos partido, desenterrábamos centenares de mineros “resucitados”, pues sabido es que nadie muere del todo mientras siga viva su memoria.

Luego empezaste a ‘calicatiar’ y ordenar el abismo de los accidentes con “solo” 1, 2 o 3 muertos, que se aproximan a los 5.000 casos. Y ahora que el rayo te ha llegado, supongo que alguien debería “resucitar” para las librerías los miles de registros que quedaron en nuestros ordenadores, pero a ti te ha minado la salud (te considero, compañero, una víctima colateral de los accidentes de mina), y los demás, egoístas, cobardes, perezosos, preferimos seguir haciendo cumpleaños. Eras, Mario, necesario.

Pedro Fandos Rodríguez, geólogo jubilado.

(Publicado 18-2-2020, La Nueva España, pág 48)

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