donde me cortaron las trenzas
de la infancia, duerme un valle angosto
teñido por la sangre oscura del carbón,
acunado en la bruma llorosa de los verdes.
El río, tocado en las alturas por la niebla,
desciende como un trueno para beber
la savia geológica, mientras excava
desde la infinita noche de los tiempos,
las paredes que oprimen su paso de rebelde.
las esquinas y el viento tiene sabor de tierra,
allí donde las lágrimas se asoman
a una calle solitaria vestida de tristeza,
a la historia subterránea de los dioses.
En los días azules, el sol se precipita
como un niño travieso para besar
las laderas donde habitan los hombres
y las escombreras que levantaron
los hijos minerales,
parecen tocadas de azabache.
Donde fue mi primer aire,
donde me cortaron las trenzas
de la inocencia, duerme una niña
de grandes ojos tristes
sentada en el hueco de su infancia.
Maite Zapico
Actas del Tercer Encuentro de Escritores de la Mina
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