Los guerreros bajaron desde los castros
al corazón del valle, y naciste para cobijar
las sombras peregrinas de mi raza,
para darles fortaleza de tus piedras,
para contemplar al borde del camino
los agudos clarines de la historia.
Mieres, postales para el recuerdo, La Voz de Asturias
Llegaron entonces las legiones, los reyes,
los caudillos, el pueblo, la sangre,
la pólvora, las palabras, las ideas...,
cruzaron tu solar y se marcharon
como un viento oscuro y poderoso
dejando el ligero agridulce de su paso.
Vinieron luego los dioses minerales
para levantar ante tus puertas,
férreos colosos que horadaban la noche
con mirada sangrienta; entonces brillabas
como una esmeralda cercada de azabache,
coronada por resplandores rojos.
Pero cayeron derribados los gigantes,
se perdió la religión del pedernal y el fuego,
fue robado el azabache a la esmeralda,
apagadas las voces del pasado, traicionados
los hombres, quebradas las promesas,
oscurecido el primitivo fulgor verde.
Mieres, postal editorial Alce
Y sin embargo los nombres que tejen
los hilos de la sangre están atados,
la cadena invisible que nos amarra
a los antepasados se engarza en los pasos
de la danza, en las palabras mágicas
que celebran el solsticio de verano;
a pesar de todo, sobre la Madre verde,
la historia desde el fuego hasta el polvo,
desde el mineral hasta el olvido, la saga
parida con sufrimientos, amamantada
con lágrimas y risas, nos pertenece,
reconoce nuestro paso en el Camino.
Maite Zapico
Actas del Tercer Encuentro de Escritores de la Mina