Según el diccionario médico, el ronquido es el ruido que se hace al roncar. La misma fuente de ciencia define esto último como: hacer un ruido ronco con el resuello mientras se duerme.
Sin embargo, esta definición es, como casi todas, algo muy frío, poco aclaratorio y que puede dejar un tanto a oscuras a quienes no hayan escuchado personalmente ese ronquido especial y exasperante cruce de estertor, gruñido y cloqueo.
Para cuantos, afortunados mortales, no hayan sufrido una o varias noches de conexión involuntaria con un emisor de ronquidos, van estas líneas con las que no pretendo ni dilucidar su origen ni sugerir remedios para su definitiva erradicación.
Aquí no encontrará usted otra cosa que una modesta clasificación sin la menor presunción de estar sentando cátedra.
Y, sin más preámbulos, ahí van una cuantas variedades de ronquido y algunos datos acerca de sus humanos difusores:
1. El ibicenco o "ad libitum"
Es un ronquido que se distingue por su desprecio total de las pautas y reglas observadas en otros más conservadores. Las subidas y bajadas de volumen alternan constantemente con cambios de tono, del agudo al grave, sin decidirse nunca por actuar en plan tenor, barítono o bajo.
Los tipo humanos correspondientes que nos dan la "murga" con este ronquido son los apáticos, los abúlicos y en general quienes carecen de opiniones firmes.
2. El serrucho
Se caracteriza por la emisión encadenada de agudos-graves de igual intensidad y duración aunque con mayor apoyadura en los agudos.
Roncan en clave "serrucho" las personas dotadas de sólida formación musical y, especialmente, los aficionados a la ópera.
3. El wagneriano
Ronquido mayestático, rotundo, sonoro que produce en el ánimo del involuntario escucha una profunda sensación de anonadamiento y el extraño deseo de desaparecer en el anonimato absoluto.
Propio de Gobernadores civiles (incluidos los cesados y retirados), presidentes de consejos de administración, aspirantes al cardenalato y oficiales de juzgados municipales.
4. El ursulino
Dotado de una suavidad engañosa, ni alto ni bajo, es persistente e insidioso. Tiene la característica condición de lo inofensivo e inocuo pero resulta, a la larga, inaguantable como el sonido de una gota de agua que se desprende de un grifo mal cerrado.
Estos roncantes son seres infelices que ignoran si van o vienes; inseguros de lo que realmente desean, poseen una personalidad ambigua, dominada por una constante inhibición hacia el sexo contrario.
5. El intermitente
Es el más ofensivo de los ronquidos. Como las pautas silenciosas se producen a intervalos irregulares, el desconocimiento de las mismas llega a causar una autentica sensación de ansiedad. La espera está tan llena de intensidad como de desazón y desesperanza.
Roncan así los auténticos pelmazos. Esos seres felices que ignoran que su repentina aparición en una tertulia causa la misma consternación que un pedrisco entre los cultivadores del melocotón.
6. El ronquisilbido asmático
Mezcla de pitido y ronquido en ocasiones y separadamente los dos componentes, en otras, esta modalidad produce en los oyentes fumadores un efímero propósito de dejar el tabaco (que se olvida tras el primer café del día), y en los no fumadores el inconfesable temor a un contagio por el oído.
Este ronquido es habitual entre las personas que, en alguna época de su vida, han desempeñado tareas en ferrocarriles y buques mercantes. Es frecuente, también, entre los árbitros de fútbol.
Existen otras clases de ronquidos que no vamos a describir aquí y ahora por resultar, más o menos, una mezcla de los principales elementos contenidos en los ya descritos.
Entre mis sueños más acariciados se encuentra el de escuchar mis ronquidos en directo, es decir, sin intervención de cintas magnetofónicas o similares. Pero comprendo que va a ser difícil de realizar pues, hasta ahora, siempre que ronco da la casualidad de que estoy dormido.
Reflexiones con sordina, 1986
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