En el Venturo...
me atormenta
y estrangula,
más allá del espasmo
de la ira,
ahogando mi voz
en los pulmones,
hundido
en los talleres
de una mina...
Ay triste realidad
de hombres - ratas
que ocultan su dolor,
embrutecidos,
y que con el alma
hecha carbón
rascan la veta
en tanta galería
anochecida.
Laberinto ingeniado
por otro hombre,
que leyenda de Dédalo
no ha sido...
Minotauro insensible
que al minero
a través de los siglos
su sangre, su vida,
se ha "bebido"...
Tal es la realidad
como mis puños,
esta vez,
alzados a los cielos.
En el barro los pies
hincan subsuelo,
todo el cuerpo
empujando, ayudando
a flacos mulos
ciegos, túnel adentro,
sobre el riel,
cargadas de carbón
chirriantes wagonetas.
Mugres, hediondos,
con los ojos
inmensamente abiertos,
temiendo a entibados
con sus puntales secos,
como al grisú fatal
de su último lamento.
Mineros asturianos,
dolientes silicotas,
jóvenes condenados
a una segura tisis.
¿Posible que haya Dios?
Mientras, sube
la jaula
de regreso
a libre
superficie
quedando
mis versos
inconclusos
Heradio González Cano,
Actas del Primer Encuentro de Escritores de la Mina.
Pozo Venturo. Foto de Sara López Arraiza para las
Heradio González Cano es abogado y escritor nicaragüense, afincado en Asturias, donde ha investigado las huellas de Rubén Darío a orillas del Nalón. Una mañana de 1963, fue invitado a descender al pozo Venturo, junto con el fotógrafo José Manuel Nebot y un trabajador llamado Elías. Las impresiones de aquella visita quedaron plasmadas en este poema desempolvado para el Primer Encuentro de Escritores de la Mina organizado por GRUCOMI en 2001.
No hay comentarios:
Publicar un comentario