Los últimos druidas
Los cuidados de nuestros
mayores
Celso Peyroux
mayores
Celso Peyroux
No procuramos a nuestro mayores
los cuidados, afecto, respeto y culto que se merecen. Todo se lo
debemos a ellos y, sin embargo, cuando la luz de sus vidas comienza a declinar
se les aparta a un lado para que no interfieran en el ajetreado y mundanal
ruido de la familia. Ellos mismos, sabios, patriarcas, druidas de todo cuanto
han sido, se van a la esquina con prudencia para evitar malos entendidos. Por
estos valles el tiempo va consumiendo nuestras gentes queridas y por todas
partes hay venerables ancianos que necesitan una sonrisa, una palabra, una mano
amiga para hacerles más llevadera su soledad sonora. A Varisto, el
carpintero, no le faltaba nada: su sonrisa, su amada Agripina en el
recuerdo, su perro “Chuli”, sus amigos: Paco Quirós, Ramón López, Laureano,
Alfredo, Marina, Ángel, Teresa. Juan, Fredo, … y otros que, de un tiempo a esta
parte, se fueron. Sin embargo, estoy seguro que necesitaba de aquel detalle
ínfimo que nunca nadie le dio y que él tanto hubiera agradecido. Cuando un
anciano se va es como si se arrojara al río una preciada y preciosa biblioteca.
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