jueves, 29 de enero de 2015

La carbonera, Maite Zapico

Tus recuerdos están escritos
con la historia oscura de la hulla:
mientras hablas, con gesto de muchacha
te arreglas el pañuelo que cubre tu cabeza,
y con dulzura fatigada, entrecruzas
sobre la falda las pequeñas manos trabajadas.
Entonces eras joven, pero la guerra
había galopado por tu casa, y la paz,
amamantada de miedo y de silencio,
cercada por el hambre y la miseria,
era un pájaro herido y tembloroso
con las alas quebradas. Entonces,
sin quererlo, cruzaste el territorio
de los hombres, saltaste su barrera
y en madrugadas de cuchillos de hielo,
tu cosecha de frutos minerales
robados a la tierra, se hizo lucha
vestida de rabia y de esperanza. Entonces,
sin quererlo, mientras parías hijos
y sostenías los muros de tu casa,
juraste no rendirte, plantarte
contra el viento con la cabeza alzada,
enfrentarte a los días de tormenta,
perenne y recia como un roble.
Me miras con ojos de azabache, carbonera,
y en un instante los recuerdos
enturbian tu mirada, acunan el temblor
entre tus manos, ahogan la palabra
en tu garganta, ¡parecen tan lejanos
los días cercados por el sudor y por las lágrimas!...
Pero de nuevo cruzas firmes las manos,
enfocas la mirada, acunas en tus labios las palabras,
elevas tu estatura como un árbol de profundas raíces,
de poderosas ramas. Carbonera, serás ya para siempre,
emblema de mujeres, ejemplo vivo de una casta.

Maite Zapico
Actas del 2º Encuentro de Escritores de la Mina

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