jueves, 29 de enero de 2015

El don de la palabra, Celso Peyroux

Los últimos druidas
El don
de la palabra

Celso Peyroux

Siempre tengo a mano aquellos versos universales de Paul Eluard: “…Y por el poder de una palabra/ vuelvo de nuevo a la vida/ he nacido para conocerte/ para nombrarte/ Libertad.” Y es que si toda una Audiencia Nacional y los gerifaltes de la SBS hubieran tenido en cuenta las pruebas presentadas por los “cincuenta-y-cinco” magníficos –que injustamente se quedaron sin labor- de la Fábrica de Trubia a través del donde la palabra –oral y escrita-, a estas alturas la Paz y la gloria habrían buscado nido en estos tiempos como lo hacen las aves que comienzan a construir sus hogares para la supervivencia de la especie. Si algunos políticos del tres al cuarto se hubieran implicado, el Nalón sería un manso cauce y la villa un remanso de bonanza con nuevos horizontes por las perspectivas de trabajo que tiene la empresa. Pero no. Sus picos de oro se callaron y hubo de ser el pueblo llano y los despedidos quienes evitaron, por el momento, una borrosa página de “terrorismo laboral”. Se acerca el milagro de la primavera y con él la esperanza.

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