Doña Magdalena de Ulloa, viuda rica, apoya la presencia de los Jesuitas en Oviedo y subvenciona la construcción de un edificio (colegio e iglesia) debiéndose el nombre de San Matías (ahora San Isidoro) a que la “inspiración” de doña Magdalena aconteció el día de este santo. El Acta fundacional data del 20 de septiembre de 1578.
El estilo de la iglesia es barroco, propio de los edificios de la Compañía de Jesús. Los primitivos planos parecen debidos al hermano Juan de Tolosa. A mediados del siglo XVIII trabajó en ella el arquitecto candasín Manuel Reguera González
El año 1767 supuso el final de la vida de este colegio, al ponerse en ejecución la orden de Carlos III de expulsar a los Jesuitas de todos sus dominios. El edificio se destinó a diversos usos. La iglesia, en 1770, cambia su denominación, por la actual de San Isidoro, por trasladarse a ella la parroquia del mismo nombre hasta entonces situada en la Plaza del Paraguas. Se suprimen las naves laterales para albergar numerosas capillas transversales.
Cruz latina con crucero desarrollado en altura con remate de media naranja. Se cubre la nave central y el crucero con bóvedas de cañón con lunetos. La fachada se estructura en dos cuerpos además de una torre lateral (no se llegó a construir la segunda) (obra de Juan de la Riba). En el primero se abre la portada en arco de medio punto; una moldura continua separa este cuerpo del siguiente, horadada por tres huecos rectangulares. Alberga importantes retablos; el mayor, con templetes volados y movimiento del cuerpo ático. Junto con el principal fueron hechos los colaterales, que presentan la misma decoración, pero traza menos complicada.
Se desconoce la fecha exacta de la realización de los retablos (2º ó 3º decenio del siglo XVIII) y la paternidad de las coetáneas imágenes pues el archivo de la Compañía desapareció cuando su expulsión.
Cruz latina con crucero desarrollado en altura con remate de media naranja. Se cubre la nave central y el crucero con bóvedas de cañón con lunetos. La fachada se estructura en dos cuerpos además de una torre lateral (no se llegó a construir la segunda) (obra de Juan de la Riba). En el primero se abre la portada en arco de medio punto; una moldura continua separa este cuerpo del siguiente, horadada por tres huecos rectangulares. Alberga importantes retablos; el mayor, con templetes volados y movimiento del cuerpo ático. Junto con el principal fueron hechos los colaterales, que presentan la misma decoración, pero traza menos complicada.
Retablo con Santa Bárbara,
Pedro Martínez Mielgo, 2003
Se desconoce la fecha exacta de la realización de los retablos (2º ó 3º decenio del siglo XVIII) y la paternidad de las coetáneas imágenes pues el archivo de la Compañía desapareció cuando su expulsión.
La pintura asturiana durante los siglos XVI y XVII quedó limitada a las labores complementarias de la imaginería (dorado y estofado). Cuando se necesitaron lienzos se encargaron fuera de la región, principalmente a Valladolid.
Este bello cuadro representa a santa Bárbara bajo un dosel cubierto de ángeles, colocada sobre una peana decorada con gallones, y rodeada por ocho tondos donde se muestran escenas de la vida y martirio de la santa con inscripciones explicativas. Se atribuye su autoría a Diego Valentín Díaz, (Valladolid, 1586-1660) contemporáneo y amigo de Velázquez y Pacheco, que se dedicó especialmente a pintar escenas religiosas caracterizadas por su teatralidad, incorporando motivos arquitectónicos y escultóricos, como se puede apreciar en este lienzo.
Óleo sobre lienzo,
Pedro Martínez Mielgo, 2003
Este bello cuadro representa a santa Bárbara bajo un dosel cubierto de ángeles, colocada sobre una peana decorada con gallones, y rodeada por ocho tondos donde se muestran escenas de la vida y martirio de la santa con inscripciones explicativas. Se atribuye su autoría a Diego Valentín Díaz, (Valladolid, 1586-1660) contemporáneo y amigo de Velázquez y Pacheco, que se dedicó especialmente a pintar escenas religiosas caracterizadas por su teatralidad, incorporando motivos arquitectónicos y escultóricos, como se puede apreciar en este lienzo.
Debido a su colocación sobre el retablo de la Santísima Trinidad en la iglesia de San Isidoro, no puede apreciarse con detalle la pintura, motivo por el cual se creyó hasta fecha muy reciente (verano 2003) que se trataba de una representación de Santa Eulalia, por su similitud con el óleo del mismo autor que se guarda en la sacristía de la catedral. Durante la restauración del citado retablo, se leyó desde el andamio el nombre de Bárbara en el basamento y se vio con claridad la torre que acompaña a la santa.
(Información de 2003, para el libro "Santa Bárbara en Asturias")
(Información de 2003, para el libro "Santa Bárbara en Asturias")
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