Los últimos druidas
Día de los árboles
y los sotobosques
Celso Peyroux
y los sotobosques
Celso Peyroux
Dicen y señalan al próximo
domingo como el “Día de los bosques”. Es decir, una jornada consagrada para
visitar hayas, castaños, robles, acebos, abedules… Para rendirles culto,
pleitesía y desearles una dichosa onomástica. Para hablarles, abrazarlos y acariciar
los brotes que empiezan a apuntar con el milagro de la primavera. Si a los
escolares les enseñaran a sentir amor, desde la infancia, por estos seres vivos
tan queridos, a buen seguro que la Madre naturaleza sería otra bien distinta.
En ellos no solo habita la vida con su savia verde, nos ofrecen sombra y nos
dan la mitad del aire que respiramos. Los árboles y los sotobosques son
nuestros hermanos de sangre que cuida con esmero el dios Busgosu. Con sus
enramadas al sol de cada día, son la morada de cientos de animales silvestres y
cuando otro día trágico alguien tala su tronco, el árbol, sin rencor, deja
el perfume de su carne en el afilado corte del hacha que le quitó la vida. La
Fundación Oso y el Parque de la Prehistoria organizan para el domingo paseos en
el bosque de Presorias para enseñarnos a amarlos.
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