Los últimos druidas
El tambor de
Kunta Kinte
Celso Peyroux
Kunta Kinte
Celso Peyroux
Decíamos ayer que el mundo y el espacio rural están abandonados por una serie de factores repetidos una y mil veces hasta la saciedad. En tiempo de Cuaresma, destinada la frase bíblica a quienes participaron en la política que condujo a esta situación irreversible: “No los perdones Señor porque si saben lo que hicieron”. No son tiempos de lamentaciones y sí el esfuerzo de todos para recuperar los días y años perdidos. Al sector ganadero, el más importante, es necesario unir las pequeñas empresas que desean instalarse en los concejos rurales pero a las que les falta orientación y medios. Así se despuebla el campo y los jóvenes tienen que irse en busca de otros horizontes laborales. Si los buenos productos que, con esmero y sacrificio, se crean, se crían y se elaboran en la comarca no se les dan salida y comercializan por falta de medios, es ahogarse en el empeño al lado de la orilla. Vivimos en un mundo donde las comunicaciones ya son trascendentales: fibras ópticas, bandas anchas, Internet por satélite y sobre todo orientación y ayudas. Hace tiempo que Kunta Kinte dejó de golpear su tambor.
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