En la boca de la mina,
-¡la vieja mina olvidada!-
han crecido los helechos,
se han enlazado las zarzas;
las aguas, casi rojizas,
quedáronse remansadas,
y el barro se fue poblando
de juncos y de espadañas.
Una quiebra en arenisca
cortó aquella estrecha capa.
¡La arenisca era tan dura
para poder perforarla;
era tan pobre el filón
que se acordó abandonarla...!
Se arrancaron los macizos
y se derrumbó la "rampla".
En la boca de la mina
-la vieja mina olvidada-
se han hundido los cuadros,
se ha partido una "trabanca",
hay un arrastre de tierra
y está cegada la entrada.
La chabola de costeros
yace medio derrumbada,
cerca de ella una "carroza",
entre zarzas sepultada,
se va pudriendo deprisa
por el viento y por el agua.
Astillas ennegrecidas
por la escombrera sembradas
y en revuelto abandono
una rueda destrozada,
un trozo de longarina
y una trabanca labrada
a recios golpes de "hacho"
que no vira ya la "rampla"...
¡Qué tristeza la tristeza
de la mina abandonada...!
En la boca de la mina
ya no se oye la tonada
que cantaba el vagonero
a la vieja mula parda,
ni la canción de aquel "guaje"
que se quedó allá en la "rampla"
soñando con el lucero
de su lámpara apagada
cuando nos cantaba un día
su triste y rara tonada
que hablaba de quereres
de ilusiones y añoranzas:
Un querer tengo yo aquí
que no se aparta del alma,
pero el querer que yo quiero
siempre me sigue a la "rampla...
En el silencio del monte
no suena el golpe del hacha
del "postiaor" cabeceando
las mampostas y trabancas,
ni el chirriar de los vagones
ni el claro correr del agua.
Por la escombrera gateando,
apoyado en su cayada,
sube un viejo picador
con el dolor en el alma
y en la boca de la mina,
sentado en una trabanca
vuelve a encender la colilla
que aun conserva apagada
y a soñar, siempre despierto,
con su vida allí quemada,
cincuenta años de vida
en esa misma quebrada...
¡Cincuenta años de mina
y un hijo muerto en la "rampla"
es el tributo pagado
a la mina abandonada!
¡Todo se quedó dormido
en un sueño de añoranzas!
Sólo algún verde lagarto,
señor de vida callada,
quiebra, con leves rumores,
aquella profunda calma
al deslizarse reptando
entre la seca hojarasca...
¡Qué tristeza la tristeza
de la mina abandonada...!
Poema escrito en Lena y desempolvado por un nieto del autor en Castrillón en 1983, entre viejos papeles manuscritos. La actualidad y vigencia del mismo es sorprenderte. Publicado en 2003 en el libro de Actas del Primer Encuentro de Escritores de la Mina, celebrado del 20 a 22 de abril de 2001.
Me gusta el poema de Daniel G.Nuevo Zarracina, del que yo he publicado en ALTO NALÓN "La Moza del Lavadero". Sin embargo no tengo claro que este poema de ahora fuese escrito en 1899. Nada más. Saludos.- AS
ResponderEliminarEstá publicado así en el libro de Actas en el texto aportado por su nieto. Encuentro además en google una reseña del este poema en el que también lo fecha en ese año: http://www.europapress.es/asturias/noticia-armando-murias-tacha-incorrecta-etimologia-aparece-drae-palabra-guaje-20151103205225.html
ResponderEliminarTienes razón, ahora, al seguir buscando, encuentro que es el año del nacimiento del autor, no el año en que escribió el poema.
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